Ausencia y presencia son dos conceptos complementarios no siempre contradictorios. Son palabras que  anteponen el sufijo “au-”  o “pre-” a la raíz “sens” y rematan con el sufijo “–cia” que denota acción y que ajusta el valor semántico. Ambos conceptos comparten significados espaciales y temporales; ambos dirigen su sentido último hacia el doble mundo de lo sensible y lo intelectivo.

De la raíz “sens” derivan muchos significados relativos al espíritu del hombre: sentir, sensible, sensación, sensorial, presentir…

La percepción es la acción primera de conocimiento. Las cosas que no se perciben con nitidez, se desvanecen; van perdiendo existencia. Se van haciendo ausentes; por el contrario otras van cobrando presencia cuando se nos ofrecen con mayor pregnancia ante los sentidos.  Unos sentidos prevalecen sobre otros en determinados momentos y dirigen la atención hacia lugares distintos y generan nuevas realidades.

Frente a una escultura, presencia pura aún en plena oscuridad, surgen ideas. La serie de escultura que presento en TresEnSuma viene precedida por el concepto  “el peso y la levedad”. En ella propongo una serie de escultura vinculada al peso: una tauromaquia en la que el peso se expresa través de la masa que encierra la forma del minotauro, del toro; la levedad se vincula con el aire que rodea a la escultura y que como una capa finísima se presenta ante nuestros ojos recogiendo las luces y las sombras debidas a la forma, los pliegues, las concavidades, etc.

Tras su contemplación, especialmente tras la visualización y el tacto -la caricia-, queda un placer latente que pertenece al mundo de lo ausente. Ausencia pura. Proporción, color, luz y sombra, pero también temperatura, suavidad, presión etc, queda grabada como poso la experiencia de haber cohabitado con ella

La presencia del peso y la ausencia de la levedad.  Las masas emotivas de la obra de escultura quedan contenidas en este binomio complementario.